TRES CLÁSICOS DE MARIO MONICELLI
En 1972, la desaparecida editorial madrileña Novelas y Cuentos publicó un volumen titulado “Entrevistas con directores de cine italiano” y firmado por el periodista logroñés José Ángel Cortes. Uno de sus protagonistas era Mario Monicelli, quien comentaba tres de sus títulos más famosos, incluidos en el ciclo que Mostra de València-Cinema del Mediterrani dedica a la edad de oro de la comedia italiana. Así hablaba de Rufufú (I soliti ignoti, 1958), La gran guerra (La grande guerra, 1959) y La armada Brancaleone (L’armata Brancaleone, 1966).
RUFUFÚ
“Unos años antes había hecho Guardias y ladrones (1951). Era bastante parecida, también tomaba a unos ladronzuelos y les otorgaba humanidad, tratándolos con cierto afecto. No como delincuentes, sino como víctimas de la sociedad. Con un tratamiento humorístico, haciendo que el público amase a estos personajes. En Rufufú incluso tuve una gran pelea con el productor a causa de Vittorio Gassman, que por entonces era un actor dramático a quien no todos aceptaban. Invertí un año en encontrar a alguien que quisiese hacer la película. Querían imponerme a Alberto Sordi, pero yo insistí en Gassman. Querían un final feliz y yo pretendía lo contrario. Menos mal que la película fue un éxito comercial”.
LA GRAN GUERRA
“Uno de mis objetivos es partir de situaciones dramáticas y no tratarlas como tales, sino sacar de ellas lo que tienen de humorístico y satírico, dejando una serie de detalles en relieve, que serán los puntos de contraste entre la realidad y el espíritu cómico del film. La gran guerra es el típico ejemplo. Hasta entonces, la Primera Guerra Mundial había sido tratada en Italia como algo intocable: todos los soldados eran entusiastas, etc., cosa que, por el contrario, era falsa. Participaron millones de hombres, el noventa por ciento de los cuales no sabían por qué iban a luchar. Eran campesinos y no les importaba combatir contra Austria o Alemania. Era gente humilde, a quien se le puso un galón y se le empujó a las trincheras. Cuatro años de masacre injustificada. Yo he querido dar esta imagen, hasta entonces inédita en Italia. Esa especie de contemplación del sufrimiento, sobre lo incomprensible de este conflicto. Y la he dado en clave humorística. Ha habido una campaña en contra de la película, sobre todo desde algunos periódicos. Incluso hubo mandos militares que se enfrentaron conmigo”.
LA ARMADA BRANCALEONE
“Es una sátira muy virulenta de las historias de caballerías, tal como nos las han enseñado en la escuela: La princesa, los caballeros… Yo los presento como unos bárbaros desgraciados que no se lavaban ni tenían ninguna clase de civilización. Es una armada integrada por gente que no tiene respeto por la vida de los demás, porque lo único que tiene es miedo. Es una desmitificación de la época. Una visión real, alejada de la tradición pictórica y de la enseñanza académica. Hay un torneo de miserables entre cuatro barracas, como un partido de fútbol jugado por aficionados malos y pobres”.