“EL SUSTITUTO”: NAZIS EN LA COSTA BLANCA

El sexto largometraje del director barcelonés Óscar Aibar no necesita de aditivos para captar la atención. Le basta con los hechos reales que le han servido como materia prima para componer un policiaco en el que se dan la mano la memoria histórica, la revisión de la Transición y los desmanes inmobiliarios. Lo más curioso es que todo eso sucedió en nuestra tierra. En la Denia del periodo desarrollista y de los primeros años de la democracia, lugar de retiro elegido por un grupo de dirigentes nazis, huidos de Alemania tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial. El origen del proyecto surgió doce años atrás, y el director de “Platillos volantes” lo explicaba así en la web de la Academia de Cine: “Hace años, una foto me llamó la atención desde la pared de un restaurante playero. En la imagen podían distinguirse algunos hombres sentados alegremente a una mesa, vestidos con uniformes alemanes de la Segunda Guerra Mundial. La imagen había sido tomada en aquel mismo sitio no hacía más de veinte años. Inicié entonces una investigación que me llevó a descubrir cientos de detalles sobre los nazis refugiados en la Costa Blanca, una próspera comunidad que vivió un plácido retiro en nuestro país hasta bien entrada la transición”. Obsesionado por esa imagen, el autor de “El gran Vázquez” se topó gracias a sus indagaciones con una realidad perfectamente conocida por quienes habitaban la zona, pero escasamente divulgada: Gerhard Bremer, antiguo oficial de la SS, emigró a Denia en 1955 y se convirtió en un importante dinamizador del turismo en la zona, llegando a crear los Bremer Park Bungalows que, a su vez, sirvieron como retiro vacacional para algunos de sus compañeros de filas.

 

 

A partir de estos hechos y de la constancia documental de la existencia de dos misiones fallidas impulsadas por el Mosad para asesinar a los nazis residentes en España, el director de “Atolladero”, en colaboración con la guionista María Luisa Calderón, construye este thriller ambientado en 1982 en el que Andrés Expósito (Ricardo Gómez), un policía de apenas 27 años, llega a un pequeño pueblo costero para sustituir a un inspector que ha sido asesinado en extrañas circunstancias. A pesar de su corta edad, Expósito ha forjado su carrera en los barrios más duros de Madrid y, en su nuevo destino, solo aspira a conquistar cierta paz de espíritu y a conseguir que la enfermedad de su hija remita en un entorno más saludable. Sin embargo, durante una rutinaria operación de vigilancia se verá envuelto en un tiroteo frente a un edificio residencial en el que viven plácidamente unos cuantos turistas alemanes. Arranca así una trama en la que la ocultación de los nazis perseguidos por la justicia internacional, la corrupción policial y la especulación se cruzan en un film de “impresionante factura técnica” y “brillante diseño de producción”, según Matías G. Rebolledo, periodista de La Razón.

Al igual que otros títulos recientes, la nueva película del realizador catalán, que clausurará la 36ª Mostra de València-Cinema del Mediterrani, pone en solfa una fecha simbólica dentro de la historiografía española como es 1982, año en el que España acogió el Mundial de fútbol y en el que se celebraron las elecciones que el Partido Socialista de Felipe González ganaría por mayoría absoluta, dos acontecimientos que, a priori, se leían como indicios de la evolución del país y de una renovación que quizá no fue tan profunda como se creyó en aquel momento.

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