«THE TRANSLATOR»: VIAJE AL OSCURO CORAZÓN DE SIRIA

Sidney. Año 2000. Juegos Olímpicos. Sami (Ziad Bakri) trabaja como intérprete para la delegación siria. Durante una comparecencia ante los medios, un periodista le pregunta a uno de los boxeadores del equipo nacional su opinión sobre la llegada al poder de Bashar al-Ássad como sucesor de su padre, el presidente Háfez al-Ásad. El púgil, siguiendo las consignas de su entrenador, repite sin vacilar el mantra institucional de apoyo al régimen. Sin embargo, la traducción de Sami es inexacta y su pequeña incorrección, que supone introducir un matiz significativo en el mensaje, le cuesta tener que quedarse exiliado en Australia.

A partir de esta premisa, los realizadores Rana Kazkaz y Anas Khalaf construyen un vibrante thriller político, con Sami viéndose obligado a regresar a su país natal diez años después, en plena Primavera Árabe, para intentar encontrar a su hermano, un activista que ha desaparecido tras participar en unas protestas contra al-Ássad. El malestar que le provoca haber abandonado a su familia y sus deseos de redención llevarán a Sami a embarcarse en una odisea salpicada por la corrupción y la violencia, pero también por el tesón y la bondad de aquellos que resisten frente a la tiranía. Al igual que su protagonista, los dos cineastas son sirios exiliados, de modo que los paralelismos se imponen: “estamos intentando reparar la culpa que sentimos y que compartimos con Sami. Compartimos su culpa por haber dejado a su familia atrás”, señaló Khalaf en una entrevista realizada por Kaleem Aftab, crítico de Cineuropa.

 

 

El periplo de Sami a la búsqueda de su hermano le conducirá por una Siria de ambiente opresivo en la que, como señala Aftab, “los sentimientos de confusión, miedo y esperanza de la época” están directamente relacionados con el trabajo de dirección de fotografía de Éric Devin, quien ya estuvo detrás de la cámara en otra película siria de grato recuerdo para la Mostra, «The Day I Lost My Shadow» (Soudade Kaadan, 2018), Palmera de Plata de la 34ª edición del festival. La sensación de presión creciente y de desesperación que transmite el film entronca con las dificultades para hallar la verdad con las que se topa el protagonista, pero también con la manipulación informativa por parte del régimen de las protestas contra al-Ássad: “cada vez que veo cómo se retrata a los manifestantes pacíficos en las noticias y la sucesión de acontecimientos, me parece que el gobierno sigue una especie de manual. Primero, tiene lugar una protesta, después empiezan los saqueos y después los daños… Más tarde, la historia da un giro: ‘Ah, no son tan pacíficos después de todo; hay algunos terroristas y no podemos confiar en ellos’. Parece que todos los gobiernos han aprendido este manual, una manera de deslegitimar al manifestante pacífico”, apunta Khalaf.

Con «The Translator», Rana Kazkaz y Anas Khalaf debutan en el terreno del largometraje tras labrarse una exitosa carrera internacional en el mundo del corto. De hecho, su anterior trabajo, «Mare Nostrum» (2016), estuvo nominado a los premios César y cosechó numerosos galardones en festivales de todo el mundo. Su primera obra de larga duración llega a la Mostra después de estrenarse en la competición de óperas primas del Festival Black Nights de Tallin y de pasar por hasta quince certámenes, entre los que figuran los de Toronto o Seattle.

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