“THE STAFFROOM” METE A CROACIA EN EL COLEGIO

Más que solvencia técnica o pulso narrativo, de alguien que debuta en la realización cinemtográfica siempre se exige que posea una mirada propia, que enfoque cualquiera que sea el asunto que desee tratar desde una óptica personal, intransferible. Pues bien, la directora croata Sonia Tarokic demuestra, en el que supone su debut en el campo del largometraje, una precisión para componer cada encuadre que la sitúa como una cineasta a la que habrá que seguir la pista y que la Mostra de Valencia trae por primera vez a España después de que su ópera prima pasara por la competición de Karlovy Vary, donde ganó una mención especial.

La pericia de Tarokic a la hora de diseñar cada plano no tiene nada que ver con el preciosismo, sino con la intención de estrechar al máximo la relación entre las imágenes y la historia que cuenta. “The Staffroom” narra la llegada de Anamarija (Marina Redžepović) a una escuela de primaria de Zagreb en la que ejercerá como orientadora. De su mano, el público irá conociendo al profesorado con el que le toca lidiar a diario, los pequeños conflictos que se producen en el centro y las dificultades que plantea parte del alumnado. Sin embargo, serán las férreas jerarquías y las dinámicas de poder asentadas a lo largo de los años las que llevarán a la protagonista a entablar una lucha contra el sistema de marcado carácter íntimo y desprovista de grandes gestos. Una lucha en la que la preservación de la integridad se nos aparece como la conquista final.

 

 

El cuidadísimo tratamiento del espacio y el muy particular diseño de sonido (atención al uso de la música compuesta por el grupo folk Lado) hacen de este debut un film asfixiante en el que, sin embargo, la realizadora se cuida mucho de juzgar a sus personajes. Nadie mejor para explicarlo que la propia Sonia Tarokic, en entrevista concedida al portal Cineuropa: “El mayor reto fue asegurarnos de que el público pudiera sentir empatía con todos los que forman parte de ese claustro de profesores. Es claustrofóbico, pero era necesario que se entendiera por qué alguien tiene miedo de los padres o es compasivo con algún lunático con quien trabaja todos los días. Al mismo tiempo, también había que lograr que se comprendiera a los padres, a la orientadora y a la directora. Todos tienen razón y están equivocados al mismo tiempo. La ansiedad está ahí, pero nadie es malo. Todos tienen sus propias razones”.

Ese “todos tienen sus propias razones” de inspiración ‘renoiriana’ que pronuncia Tarokic nos avanza que lo que, en definitiva, «The Staffroom» nos presenta es un complejo estudio de una institución que, a su vez, se erige como metáfora del funcionamiento de un país, de ahí que Vladan Petkovic, crítico de Cineuropa, la haya definido como “una clase magistral de dirección, con un potente mensaje social y poderosas emociones en un decorado que representa un microcosmos de la sociedad croata”. No es, pues, casual, que la cineasta croata afirmase en Variety que “siempre he visto la sala de profesores como un símbolo de la comunidad en general, y quería presentarla como una entidad con un funcionamiento cíclico plagado de tensiones. Por eso en esta película nos movemos casi siempre en círculos por los mismos espacios escolares, continuamente rodeados de un bullicio de voces que nunca se detiene realmente y que hace que la atmósfera sea cada vez más febril y cargada de emociones”.

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