“SO SHE DOESN’T LIVE”: UNA HISTORIA DE VIOLENCIA

“Desde que me enteré del brutal asesinato de Arnela, una mujer de 23 años, en una pequeña ciudad de provincias de Bosnia, me intrigaron no solo la violencia y el odio, sino sobre todo el puro impulso destructivo de los dos jóvenes que la mataron. Aquello no fue un crimen pasional o motivado por los celos, fue un deseo de aniquilar. En mi película, Aida quiere ser dueña de su propio destino, pero eso no parece ser más que una ilusión. Todavía vivimos en un mundo en el que el poder, la fuerza y la resistencia son valores reales, sin importar que nos enfrentemos a un virus, a un río salvaje o a un oponente dominante”. El realizador bosnio Faruk Loncarevic juega con las cartas boca arriba. De sus declaraciones, concedidas al festival de Trieste, donde estrenó su tercer largometraje, “So She Doesn’t Live”, se desprende que no solo no teme que el público conozca el desenlace de la película, sino también su confianza en una puesta en escena en extremo rigurosa que busca que la audiencia extraiga sus propias conclusiones tras luchar contra unas imágenes tan medidas como implacables.

 

 

Loncarevic expone los hechos del caso con precisión quirúrgica a partir de largos planos secuencia milimétricamente diseñados. La distancia con la que la cámara manejada por el director de fotografía Alen Alilović observa un entorno hermoso y, no obstante, habitado por el horror; el tan doloroso como magistral uso del fuera de campo, el frío retrato de determinadas conductas atávicas y la sutil comparación entre el poder aparentemente omnímodo que siguen conservando los hombres y el juicio que terminó con la condena de Radovan Karadzic, abren un profundo debate sobre los resortes que activan la violencia y las consecuencias que de su estallido se derivan. En ese sentido, Vladan Petkovic, crítico de Cineuropa, apuntó que a pesar de que “So She Doesn’t Live” se basa “en un caso muy específico de un país en particular, la película se centra en el instinto primario, animal y depredador de los seres humanos. Por lo tanto, esta no es una historia sobre la sociedad bosnia, sino más bien sobre la civilización humana”.

Loncarevic, profesor de Historia del Cine, Estética y Análisis en la Academia de Artes Escénicas de Sarajevo, se ha encargado no solo de las tareas de dirección y de escritura, sino también del montaje de su tercer largometraje, cuyo imponente acabado formal contrasta con sus humildes cifras de producción: fue rodada en apenas cinco días y contó con solo 20.000 euros de presupuesto. La mención especial que le concedió el jurado del Festival Internacional de Trieste -en el que figuraban la productora de películas tan incontestables como “Ida” o “Quo Vadis, ¿Aida?”, Ewa Puszczyńska; el productor italiano Paolo Bertolin y la directora rumana Adina Pintilie (“Touch Me Not”)- avala la arriesgada y controvertida propuesta del realizador bosnio, que ahora llega a la Mostra de València-Cinema del Mediterrani.

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