La historia ilustrada del cine en València
La Mostra de València-Cinema del Mediterrani organiza la exposición “Cine a la mà. de reclam publicitari a objecte de col·leccionisme: el programa de mà a València”, sobre programas de mano de cine, en la Galería del Tossal desde el jueves 1 de octubre y hasta el 30 del mismo mes.
Durante casi un siglo, el programa de mano propició la educación cinematográfica a nivel popular y fue un referente en el uso del arte y la creatividad en el terreno publicitario. Los programas de mano se entregaban al comprar las entradas y en ellos se anunciaban con ilustraciones o fotogramas las próximas películas programadas, indicando fechas, horarios y textos explicativos.
Se trata de «pequeñas obras de arte», de varias dimensiones y formatos, que transportan a las primeras décadas del séptimo arte en la ciudad y a sus múltiples salas de cine. “Un testimonio directo de nuestro pasado que revela gráficamente como fueron los inicios del cine en València”, señala Gloria Tello, concejala de Patrimonio y Recursos Culturales.
Más de 170 piezas componen la muestra “Cine a la mà”, que pone el acento en el vínculo del programa de mano con València, pertenecen a la Colección Leo Cárcel. Su padre fue durante años gerente del Cinema Armero (Requena), lo que posibilitó su acceso a todo tipo de material cinematográfico. Una dedicación que le llevó a completar una colección que se cifra en más de 26000 programas de mano.
Su cronología y documentación, desde 1917 hasta 1952, sirve para recordar los títulos estrenados entonces, el salto del cine mudo al hablado, la época dorada de los grandes cines y un pretérito star-system valenciano formado por Queta Claver, Luis Prendes, Concha Piquer, Ismael y María Luisa Merlo, Rafael Rivelles o Vicente Parra, entre otros.
A través de estos programas de mano se puede repasar también la historia de CIFESA (Compañía Industrial del Filme Español, SA), la productora más importante en la historia del cine valenciano. Fundada en 1932 cosechó triunfos como La verbena de la Paloma (1935) o Mariquilla Terremoto (1938), ambas de Benito Perojo, pero la luz de la proclamada “antorcha de los éxitos” brilló especialmente entre los años 1942 y 1950, en la que sin duda puede ser calificada como su edad de oro.