Esto (no) es una película de Berlanga
La 36ª Mostra de València-Cinema del Mediterrani se suma al Año Berlanga con un ciclo muy especial, que pone al alcance del espectador auténticas rarezas relacionadas con el célebre cineasta valenciano. Una serie de títulos que, además, cuestionan la extendida teoría de la escasa repercusión del director más allá de las fronteras españolas. Entre ellos, dos films inspirados en Bienvenido, Mister Marshall y rodados en Bosnia y en Egipto, así como una producción italiana inédita en España, basada en un guion de Berlanga y Azcona prohibido por la censura; además, se incluye también una muestra del trabajo de Berlanga como actor a las órdenes de otro director. Una selección destinada tanto a cinéfilos como a curiosos y aficionados, que podrán descubrir las facetas menos conocidas del maestro y su influencia internacional.
Bienvenido, Mister Clinton
En 2004, la gala de clausura de la XXV Mostra de València supuso la coronación de Gori Vatra, “una comedia dramática de facturación bosnia que se erigió con la Palmera de Oro en la Sección Oficial”, tal como informaron entonces los medios. La película también ganó el premio al mejor guion, escrito por el director de la cinta, Pjer Zalica. He aquí la sinopsis del film: “Dos años después de la finalización de la guerra de Bosnia, la pequeña localidad de Tesanj recibe la noticia de que Bill Clinton visitará la población, un hecho que transformará tanto al pueblo como a sus habitantes”. No resulta complicado establecer paralelismos con Bienvenido Mister Marshall, sobre todo porque el feliz anuncio provocará una carrera contrarreloj con objeto de adecuar al pueblo y sus gentes para recibir al mandatario estadounidense como merece. Una prueba de la capacidad del humor berlanguiano para traspasar fronteras.
Pero no la única. El director Kepa Sojo, especialista en la obra de Berlanga, asegura que el film egipcio Ziyara as said ar-rais (La visita del señor presidente), dirigido por Mounir Rady en 1994 es “un calco casi exacto de Bienvenido Mister Marshall, si bien se ambienta en un lejano pueblecito de la zona de Alejandría en los años sesenta, en el momento en que la fiebre panarabista de la República Árabe Unida pierde comba en Egipto y los Estados Unidos comienza a dejar notar su presencia en tierras norteafricanas”. Aunque el film egipcio se basa en una novela de Yousef El-Kaeed, Sojo sostiene que las coincidencias entre ambas películas “son asombrosas”.
La sinopsis, de nuevo, lo confirma: “Cuando el presidente de la nación más poderosa de la Tierra decide visitar una apartada aldea egipcia, los gobernantes locales se dan a la tarea de ‘modernizar’ el poblado: las calles son repintadas, se instala una nueva red eléctrica, y a los campesinos se les hace vestir pantalones vaqueros y sombreros tejanos”. Como los vecinos de Guadalix de la Sierra, los aldeanos egipcios están convencidos de que los americanos llegarán cargados de dinero y les sacarán de la miseria que padecen.
El film, una absoluta rara avis, ha podido ser localizado gracias a la colaboración entre el Egyptian Film Center y Mostra de València, para que el público valenciano pueda comprobar por sí mismo las similitudes entre ambas películas.
Versión italiana
El pasado mes de mayo, el periodista Jesús Ruiz Mantilla accedió a los expedientes que demostraban cómo los censores franquistas prohibieron los rodajes de tres guiones de Berlanga: Los gancheros, La demolición y A mi querida mamá en el día de su santo. En un artículo posterior afirmaba que se trata de “tres películas de las que hoy nadie habla, sencillamente porque no existen: la censura las prohibió”. Y es totalmente cierto que, en 1968, la inflexible institución rechazó A mi querida mamá en el día de su santo, un guion de Berlanga y Rafael Azcona, desestimado por su contenido erótico y el peligro que suponía mostrar un incesto en pantalla.
Pero la película sí llegó a filmarse. Sería en 1974, en Italia, con el título de Alla mia cara mamma nel giorno del suo compleanno y bajo la dirección de Luciano Salce. Se trata de una versión libre de la historia original, adaptada por el propio Salce, Sergio Corbucci y Massimo Franciosa, que nunca se llegó a estrenar comercialmente en España, y de la que Berlanga declaró no sentirse totalmente satisfecho, aunque es innegable que muchos de los temas de su imaginario fílmico están presentes en ella. De hecho, se pueden localizar en películas posteriores del valenciano que sí llegarían a buen puerto.
Alla mia cara mamma nel giorno del suo compleanno está protagonizada por un conde treintañero, reprimido y erotómano (hasta juguetea con una muñeca, como el Michel Piccoli de Tamaño natural), que vive bajo el yugo de una madre posesiva, castrante y sobreprotectora que lo trata como a un niño, un personaje clásico del tándem Berlanga/Azcona. “Tienes a tu madre, no necesitas a otra mujer”, le dice ella cuando él se queja porque no consigue casarse. Además, la película es el retrato social despiadado de una aristocracia decadente (Patrimonio nacional) que practica una caridad cruel y de cara a la galería (Plácido). Y tampoco es difícil encontrar un precedente del Marqués de Leguineche (La escopeta nacional) en el personaje que disfruta cortando pelos de pubis femenino.
Berlanga actor
En una entrevista con Diego Galán y Fernando Lara, Berlanga se refería a su trabajo como actor explicando que no era “nada serio”. Según sus palabras, “surgió en La boutique, porque no había nadie para hacer un pequeño papel y lo tuve que hacer yo. Mal o bien, pero lo hice”. Ese precedente dio pie a que repitiera. “Luego me llamaron Pedro Olea y Jorge Grau para sus películas. Creo que mis amigos han sido muy injustos conmigo cuando han opinado sobre mis actuaciones. Me he visto y, después de todo, no me encuentro tan horrible como ellos decían”, aseguraba con sorna el director valenciano. El público de la Mostra podrá comprobarlo de primera mano y formarse su propia opinión viendo Días de viejo color, la opera prima de Pedro Olea, que certifica en los créditos que se trata de su “presentación” como actor.
En ella, Berlanga incorpora a un turbio personaje americano llamado precisamente Mr. Marshall (hasta ahí llega la guasa), que habla en español con acento yanqui. Sus apariciones son escasas, pero la película no carece de otros atractivos para el espectador curioso: ambientada en el Torremolinos de 1967, está protagonizada por tres amigos de Madrid que viajan a la costa en busca de amor y aventuras. Los encontrarán, por supuesto, entre referencias a fiestas con LSD, arte pop (con una intervención mural del pintor Manuel Viola, del grupo El Paso) y cameos de artistas como Luis Eduardo Aute (que interpreta varias canciones en francés), Massiel, Juan Pardo, Los Relámpagos o la transexual francesa Coccinelle. Una auténtica extravagancia en el contexto del cine de la España franquista.