Arrodillada frente a un burro, Marina Abramović parece transmitirle al animal sus dolorosos recuerdos de la infancia, que aparecen como texto en la pantalla. El burro, que apenas mueve la cabeza y las patas, la mira fijamente, como si entendiera su sufrimiento. En esta performance autobiográfica, la artista desplaza la atención de lo físico a lo psicológico.
Marina Abramović
LIMA