«Cuando estudiaba cine en París hice un graffiti de ‘E.T.’ para protestar porque a todos les gustaban Truffaut y Rohmer»
La directora Lucile Hadzihalilovic se encuentra con el público de la Mostra de València tras haber proyectado todos sus trabajos en la sección Focus
Lucile Hadzihalilovic es una persona mucho más sonriente de lo que sus películas pudieran dar a entender. Ha acudido a la Mostra de València a encontrarse con el público: con aquellos que ya conocían sus preferencias por las infancias oscuras y con los que lo han descubierto en las proyecciones de estos días. Ni su manera de hacer, ni sus preferencias son las habituales del cine francés: «Cuando estudiaba cine en París a todos mis compañeros les gustaba Truffaut y Rohmer, un compañero y yo, que éramos bastante rebeldes y estábamos mucho más interesados en gente como Spielberg, escribimos en las paredes ‘E.T.’, ‘E.T.’, ‘E.T.’, para protestar». Considera que apostar por el género sigue siendo muy complicado: «En Francia, por ejemplo, tenemos que pasar por toda una serie de filtros para obtener subvenciones y mis películas no suelen hacerlo con facilidad». Aunque se considera optimista, cree que las cosas han empezado a cambiar con hitos como la Palma de Oro de Cannes para ‘Titane’, de Julia Ducournau.
A todos aquellos que acudan a las salas a ver sus películas, la cineasta les recomienda: “Déjense llevar, no traten de ‘comprender’ sino de sentir”: “Mis películas son relatos simbolistas que extraen sus imágenes del inconsciente, imágenes que se pueden leer de varias maneras. Como espectadora, me gusta que las películas estén abiertas a la interpretación, e incluso tener la libertad de perderme en ellas. Intento hacer lo mismo con mis propias películas. A pesar de su extrañeza y aspecto espeluznante, hablan de emociones universales”, comenta la directora.
Nacida el 7 de mayo de 1961 en Lyon, la cineasta es hija de padres bosnios. Pronto la familia se trasladó a Marruecos (vivieron en Esauira y Casablanca), donde Hadzihalilovic vivió hasta los 17 años. Estudió en París, primero en la Escuela Superior de Estudios Cinematográficos y después en la Escuela Nacional de Oficios de Imagen y Sonido. En su proyecto de graduación, ‘Mort de Nono (1987)’, ya se apuntaban algunos rasgos de su particular estilo, caracterizado por apartarse de las lógicas que pueblan el medio cinematográfico y zambullirse de lleno en lo onírico.
El público de la Mostra ha podido disfrutar de sus películas sobre la infancia en escenarios misteriosos, repletas de simbolismo y ecos psicoanalíticos, que han convertido a Lucile Hadzihalilovic en una de las voces con más personalidad del circuito cinematográfico internacional. Se han visto todos sus largometrajes: ‘Innocence’ (2004), ‘Evolution’ (2015) y ‘Earwig’ (2021), pero también una selección de sus cortometrajes y mediometrajes: ‘De natura’ (2018), ‘Nectar’ (2014) y ‘La bouche de Jean-Pierre’(2014).
Asegura que «mucha gente no concibe que las mujeres puedan hacer cine de terror tan brutal. Mi problema es que no pueden adscribirme a un género en concreto. Esto me ha hecho las cosas más difíciles que ser una mujer cineasta. Reconozco que me siento encasillada en dos aspectos: uno es el cine de género (si mis guiones son fantásticos o no) y otra es ser mujer. Algunas personas me dicen que soy su directora favorita y no lo considero un piropo. Es positivo que existan realizadoras, pero al final lo importante es que nos consideren seres humanos que hacemos cine.
La 37ª Mostra de València – Cinema del Mediterrani cuenta con la colaboración del Institut Valencià de Cultura (IVC), Rambleta, València Film Office, Barreira Arte + Diseño y À Punt Mèdia como medio oficial.